La democracia según Montesquieu se basa en la división e
independencia de los Poderes del Estado
en tres órganos con tres funciones, representados en España por: las Cortes Generales, Congreso y Senado,
que se encargan de hacer las leyes; el
Gobierno, que se encarga de poner las leyes en práctica y aquellos que juzgan a
los que incumplan dichas leyes, los Jueces y los Tribunales, encabezados por el
Consejo General del Poder Judicial. Hasta aquí la teoría.
El problema llega en la práctica. El Gobierno es elegido por
sufragio por todos nosotros por medio de una democracia indirecta donde
elegimos que partido gobierna. En ese
mismo sufragio también se eligen a los miembros del Congreso y el Senado, por
lo que es lógico pensar que el partido que obtiene la mayoría para gobernar
también la obtenga para legislar, quedando anulada así su independencia.
Por último, el órgano de gobierno del Poder Judicial es el
Consejo General del Poder Judicial. Los miembros de éste consejo son nombrados
por el Congreso y el Senado, controlados a su vez por los partidos políticos de
turno, perdiendo así su independencia.
Llegados a este punto hay que hacerse una pregunta: ¿de
verdad existe una democracia en España?
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