¿Y ahora qué?

lunes, 30 de enero de 2012

¿Arriba o abajo?


  Jehová o Yahveh, Allah,  Buda, Shang-Di, Kamisama, Inti, Anu, Ahura-Mazda, Ra, Apolo, Zeus o Júpiter, Plutón o Hades, Baco o Dioniso, Shiva, Brahma o Visnú. Si pusiese todos no acabaría nunca y aún así seguro que me dejaría alguno por el camino. Entre tú y yo, puedes llamarlo como quieras.

  Todos tienen un máximo común divisor y un significado. Se nace, crece, vive y muere por ellos. Ocurren auténticos milagros gracias a la motivación que imprimen, tanta que llegan a acabar con la vida de seres humanos. Porque crees en este, porque crees en el otro, porque crees en varios, porque no crees en ninguno. Porque no crees en lo que creo yo. Porque otros lo dicen, porque así todo tiene sentido. Porque eres más rico, más pobre, más feo. Porque tengo baja la autoestima.

  No sé si tú, lector de esta humilde opinión, crees en alguno de los antes mencionados o en ninguno. O si ni siquiera te importa. Da igual. Las creencias son algo muy personal como para estigmatizarlas o lo que es peor, prejuzgarte a ti.

  Es por ello que me declaro politeísta. Creo en mi madre, en mi padre, en mis hermanos, en mi familia, en mis amigos, en ella. Creo en las personas que tienen algo que ofrecer a los demás, que nunca dan menos de lo que piden y que de su vocabulario han borrado la palabra rendirse. Porque yo, ante todo, creo en la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario