¿Y ahora qué?

lunes, 26 de marzo de 2012

Mejor tarde que nunca.

  Si es que estoy hasta los mismísimos de esta maldita basura en que se empeñan en convertir el mundo. Cuánto más se agudiza la crisis más casos de corrupción estallan; pero tranquilos, no quiero entrar en detalles, corro el riesgo de no acabar nunca.

  Qué hay de ese dinero que damos a esos señores a los que religiosamente votamos para que se encargen de la gestión de nuestra ciudad, nuestra región o nuestro país para llevarnos a buen puerto. Dónde están la lógica y la razón a la hora de tomar esas decisiones a las que, mejor tarde que nunca, prestamos atención. No es un ningún secreto que hay dos manos que dirigen muy bien el cotarro: la del señor € y la del señor $.

  Pero eso a nosotros nos da igual, ¿eh? Siempre nos quejamos pero, a la hora de la verdad,  ¿cuántos dudaríais y caeríais en la tentación del dinero fácil? En España hay un gran problema cultural en el que la inmensa mayoría cree que el que más estafa al Estado es el más astuto. Eso sí, todos queremos sanidad gratuita universal, educación pública, aceras, carreteras, parques, etc. No se da la importancia que se debe al dinero público y sus usos, priorizando chupar del bote. Pero oye, oye; si Urdangarito de tal lo hizo ahí sí que nos importa.

  A mi no me importa pagar impuestos si tengo la certeza de que van dirigidos a buenos fines y de que el dinero de todos nosotros será gestionado de una manera eficiente, contribuyendo finalmente al utópico Estado de Bienestar. Así que un aplauso a la Ley de Transparencia, necesaria para controlar nuestra avaricia, porque ya está demasiado vacío el saco.